Tus besos ya no sabían más a besos. Sabían a alquitrán y nicotina, pero ya no a besos. Ya no había juegos con mi lengua, ya no había trampolín de cabellos, ni manchas de flores en nuestras sabanas, habíamos disuelto todo nuestro secreto con el pasar del tiempo.

He sido vulnerable a tu lado malvado,

me he resentido con tu sórdida libertad.
Y te dije “si me gustaste por ser libre ¿Quién soy yo para cambiarte?”
¡Maldito poeta de puertas de baño de colegio!
Yo si me había enamorado, pero no había logrado enamorarlo de mi (no de quien era realmente).

He visto a su coquetería falaz trabajar bajo mi misma cobija y me había estrujado el corazón en cinco diástoles para no sentir dolor, pero lo sentía y dolía.





Yo sí te amo.

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